A
diferencia de la mayoría de mis compañeros, yo estaba bien ilusionada con esta
actividad. Me habían dicho que era muy divertida y que a la vez reflexiva. El
hecho de trabajar en equipo siempre me ha gustado pero, a veces, por mi
carácter se me hace un poco difícil ya que a veces puedo ser cerrada con mi
opinión y no aceptar otra diferente, me di cuenta de esta deficiencia mía
cuando en años anteriores hacia trabajos o presentaciones y la única que
aportaba ideas era yo, no porque los demás no dieran su opinión, si no que de
alguna forma yo los hacia cambiar de pensar y los convencía a utilizar mi idea
de trabajo porque yo pensaba que era la “mejor idea”. Bueno esta acampada me
ayudo a mejorar esto, me enseño a tener esta apertura de mente necesaria para
este tipo de trabajos o juegos que es importante para así poder complementar
todas las ideas, mejorando nuestro plan y haciendo sentir a todos los
integrantes cómodos y a gusto porque han aportado de alguna manera al
desarrollo del equipo y ser un verdadero líder.
Hubo un juego que de alguna
forma me mostró los beneficios de esta apertura de mente. Este era algo así
como la “gallinita ciega”, se necesitaba a un líder y a 6 personas que lo
siguieran para que así lo ayudaran a transportar la mayor cantidad de agua de
un lado a otro. Lo que hice fue dar ideas no imponerlas, para ver cómo me iba.
Ideamos un plan entre todos, una forma fácil, segura y rápida de hacerlo. Juan
Diego, el líder, supo a la perfección como guiarnos y nosotras lo obedecíamos.
No ganamos el juego, pero todos nos divertimos. Al final de todo,
personalmente, siento que nos unió más y me enseño a mí a cómo comportarme en
este tipo de situaciones de trabajo en equipo. Desde ese día me comprometí a
aceptar sin dudar todas las opiniones, positivas o negativas, ya que si bien no
ganemos el juego, ganamos entre todos la experiencia y lo que esta nos enseña.
Comentarios
Publicar un comentario